martes, 1 de marzo de 2011
Desde tierras sagradas
14/02
Ayer llegamos a Jerusalem, una ciudad cuyos edificios deben estar construídos con la misma piedra, lo que para algunos hace el paisaje aburrido, pero para otros, resulta atractivo porque mantiene una estética armónica entre las diferentes construcciones.
Las calles se cruzan entre subidas y bajadas que revelan los desniveles del suelo y el tránsito es una locura. La gente está apurada e incluso los más religiosos manifiestan con violencia su enojo ante los errores de un chofer extranjero. Sin embargo, no es él el que comete las peores infracciones sino otros, quizás locales, que disfrutan de abusar de la bocina y de atomizar a quienes conducen con cuidado.
Las imágenes que se ven en una calle de Jerusalem son espectaculares, ya que en ellas se mezclan velos, barbas, rulos y sótanas. Y lo más sorprendente es que parecería que cada uno se sintiera en casa.
El paseo por la Ciudad Vieja, inmediatamente después de dejar las valijas en el hotel, ubicado cerca de la muralla, fue muy emocionante porque, entre los tesoros de diversas religiones, visitamos El Muro de los Lamentos:conmovedor.
Almorzamos en una terraza con vista al templo musulmán, donde está la piedra sagrada, y al Monte de los Olivos. Estuvo muy rico, y el panorama que veíamos mejoró el plan. Fuimos a un museo arqueológico donde vimos cómo era un casa de una familia hace muchísimos años. Muy interesante.
Hoy paseamos por los alrededores del templo musulmán y de la mezquita, luego hicimos un tour guiado agotador, intenso y sobre todo enriquecedor en la Torre de David. Este paseo nos permitió llenar nuestras lagunas históricas y ordenar las diferentes conquistas que hubo en esta tierra.
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