Hay cuestiones que desconciertan a todos. En esas ocasiones, parece que nadie entiende nada. El caso del famoso video de los militares lo ilustra con claridad. Qué video, ¿hay un video? ¿Alguien lo vio? Sí, Pepe. Pero eran imágenes. Estaba colgado en internet. ¿En Youtube? ¿Serían fotos?
Incoherencias que generan dudas. Hubo elecciones de representantes sociales del Banco de Previsión Social (BPS) que generaron abundantes críticas. Aun antes de que se realizaran. Se presentó un solo candidato para los activos: Ariel Ferrari. Y Homero Simpson. Se denunciaron problemas de organización, desperfectos en los padrones y la ausencia de algunas listas en las mesas.
La idea de una votación sin opciones es paradójica. Resulta sorprendente que el candidato haya ganado con el 43,9% de los votos. La mitad de los habilitados no lo eligió. Los legisladores denunciaron “el caos organizativo”. Todo el festín le costó 3 millones de dólares al Estado. El BPS distribuyó $500 000 entre los candidatos. Cachín, $213 432 para Ferrari.
El presidente no pudo votar. No lleva un año consecutivo de aportes por lo que no estaba en el padrón. “El BPS está funcionando pésimo”, dijo. Ignoró que el cambio del Senado a la Presidencia lo frenaría a la hora de emitir su voto ¿democrático?
La Asociación de Funcionarios Electorales del Uruguay (AFEU) no se quedó callada. Rechazó los ataques de Mujica y respaldó a quienes debieron cumplir la engorrosa tarea de aclararle al presidente por qué no podía votar. Pidió al jefe de Estado que rectificara sus agravios.
Hacer y después pedir perdón. Como en el caso del video de los militares y como en el fiasco del triunfo de Namús, no prevemos, nos disculpamos y arrancamos de nuevo. Y aunque con lo expuesto parecería que, sin hacer trampa, nos ganamos todas las medallas a las incoherencias, hasta en eso no va a costar salir primeros. Pero si el plan es aumentar la apuesta, tenemos una hermana mayor como ejemplo. Condena los ataques del mundo occidental a Libia y apoya los crímenes de Gadafi. Tiene una universidad –la Nacional de La Plata- que premia a Chávez por su defensa de la libertad de expresión a dos días del bloqueo total del diario Clarín y parcial de La Nación. Incluso en el terreno de la contradicción, el desafío para estar a la cabeza es enorme. Mejor pensar.
miércoles, 30 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
La ilusión de los medios
Veo las noticias y no puedo creer lo que me cuentan. Leo artículos que describen las tragedias en Costa de Marfil y Libia, mientras que otros relatan las últimas novedades del drama japonés. También hay choques en Francia. Parece que los musulmanes están hartos de ser un tema de discusión y quieren que se los respete como ciudadanos iguales a los demás. Pero hay barrios en los que los franceses no entran, por la violencia que reina en ellos y porque sus habitantes –inmigrantes árabes- se resisten a aprender el idioma local. Ni los asistentes sociales se animan a descubrir qué pasa ahí adentro. Me agoto y pienso lo afortunada que soy.
¡Qué bien se siente (aunque sea) no ser indiferente a lo que pasa! Gracias a los medios se puede saber qué sucede en lugares lejanos. Pero, ¿qué se puede hacer con eso? ¿Cómo deberíamos actuar? Alguien “grande” se hubiera revelado, sin embargo, la mayoría de nosotros volvemos a nuestras realidades. Apagar la tele o cerrar el diario.
En una reunión, con amigos o familia, se comentan los horrores de Japón. Se muestran preocupados y cuentan todo lo que leyeron al respecto. Se sienten bien por saber y ostentan sus conocimientos. Lazarsfeld y Merton lo diagnosticaron hace años. Es la disfunción narcotizante: la gente que dedica su tiempo a enterarse de las noticias se confunde. Y hasta llega a pensar que, con su actitud receptiva frente a lo que sucede en el mundo, está, además de conociendo, haciendo algo al respecto. Una ilusión.
Los medios crean situaciones. Conozco a un hombre que estaba en Tokio cuando comenzó el terremoto. Tenía skype, bendita herramienta que le permitió mantener un contacto casi permanente con los suyos. Decía que estaba tranquilo y que, por momentos, todo temblaba. Lo llamaron de la televisión para que contara su experiencia. Durante la narración, la pantalla emitía imágenes de las olas arrancando de raíz las construcciones que pretendían interrumpir su paso.
Aunque no hace ni dos semanas de esto, me cuesta recordar qué otras filmaciones eligieron para representar la crónica. Pero el dramatismo con el que la ilustraron fue evidente. Tuve miedo. Cuando se acabó la “comunicación en directo” hablé con mi conocido. Estaba tranquilo, decía que la situación no era tan grave como en otros lugares y que, por momentos, todo temblaba. Entendí. Este es el “poder de los medios”. La ilusión.
¡Qué bien se siente (aunque sea) no ser indiferente a lo que pasa! Gracias a los medios se puede saber qué sucede en lugares lejanos. Pero, ¿qué se puede hacer con eso? ¿Cómo deberíamos actuar? Alguien “grande” se hubiera revelado, sin embargo, la mayoría de nosotros volvemos a nuestras realidades. Apagar la tele o cerrar el diario.
En una reunión, con amigos o familia, se comentan los horrores de Japón. Se muestran preocupados y cuentan todo lo que leyeron al respecto. Se sienten bien por saber y ostentan sus conocimientos. Lazarsfeld y Merton lo diagnosticaron hace años. Es la disfunción narcotizante: la gente que dedica su tiempo a enterarse de las noticias se confunde. Y hasta llega a pensar que, con su actitud receptiva frente a lo que sucede en el mundo, está, además de conociendo, haciendo algo al respecto. Una ilusión.
Los medios crean situaciones. Conozco a un hombre que estaba en Tokio cuando comenzó el terremoto. Tenía skype, bendita herramienta que le permitió mantener un contacto casi permanente con los suyos. Decía que estaba tranquilo y que, por momentos, todo temblaba. Lo llamaron de la televisión para que contara su experiencia. Durante la narración, la pantalla emitía imágenes de las olas arrancando de raíz las construcciones que pretendían interrumpir su paso.
Aunque no hace ni dos semanas de esto, me cuesta recordar qué otras filmaciones eligieron para representar la crónica. Pero el dramatismo con el que la ilustraron fue evidente. Tuve miedo. Cuando se acabó la “comunicación en directo” hablé con mi conocido. Estaba tranquilo, decía que la situación no era tan grave como en otros lugares y que, por momentos, todo temblaba. Entendí. Este es el “poder de los medios”. La ilusión.
miércoles, 16 de marzo de 2011
La vida en manos de la Ley
Por Lucía Cohen y Noelia González
La iniciativa de la senadora (PS) Mónica Xavier produjo un gran impacto en la opinión pública. Propuso legalizar la interrupción del embarazo en los primeros noventa días sin excusas y, luego de ese lapso, en el caso de encontrarse malformaciones en el feto o síndrome de Down.
Ni Vega –quien promovió una iniciativa que despenaliza el aborto en los primeros noventa días- respaldó a Xavier y calificó como “absurdos” algunos de sus artículos. Y es que lo que ésta propone ataca lo más profundo de la esencia humana. Desafía principios universales.
La médica allegada a Vázquez -quien supo vetar el proyecto de despenalización del aborto, oponiéndose a la voluntad de su partido- aseguró que conoce las potencialidades de quienes padecen este síndrome. Sin embargo, el concepto que se evidencia en su proyecto revela discriminación y una convicción de que no todas las vidas valen lo mismo. Lo que se opone al fundamento rector del Partido Socialista. ¿Desde cuándo el “progreso” implica deshacerse de los débiles? Cabe preguntarse, qué tipo de sociedad promovería medidas de esta índole.
Como es lógico, la Asociación Down del Uruguay fue la primera en demostrar su indignación ante tal injusticia. Lejos de atacar a la senadora, le ofreció acercarla a la realidad de la enfermedad. Muchas veces la ignorancia genera prejuicios que la sociedad arrastra ciegamente. La defensa del proyecto por parte de Xavier manifiesta su indiferencia frente a estos cuestionamientos.
Este proyecto encierra una concepción utilitarista de la vida acorde a una época en la que se evaden las dificultades y se promueve el individualismo a ultranza. La importancia que se le concede a la libertad justifica amenazar otros valores fundamentales. Tan básicos como la vida.
La iniciativa de la senadora (PS) Mónica Xavier produjo un gran impacto en la opinión pública. Propuso legalizar la interrupción del embarazo en los primeros noventa días sin excusas y, luego de ese lapso, en el caso de encontrarse malformaciones en el feto o síndrome de Down.
Ni Vega –quien promovió una iniciativa que despenaliza el aborto en los primeros noventa días- respaldó a Xavier y calificó como “absurdos” algunos de sus artículos. Y es que lo que ésta propone ataca lo más profundo de la esencia humana. Desafía principios universales.
La médica allegada a Vázquez -quien supo vetar el proyecto de despenalización del aborto, oponiéndose a la voluntad de su partido- aseguró que conoce las potencialidades de quienes padecen este síndrome. Sin embargo, el concepto que se evidencia en su proyecto revela discriminación y una convicción de que no todas las vidas valen lo mismo. Lo que se opone al fundamento rector del Partido Socialista. ¿Desde cuándo el “progreso” implica deshacerse de los débiles? Cabe preguntarse, qué tipo de sociedad promovería medidas de esta índole.
Como es lógico, la Asociación Down del Uruguay fue la primera en demostrar su indignación ante tal injusticia. Lejos de atacar a la senadora, le ofreció acercarla a la realidad de la enfermedad. Muchas veces la ignorancia genera prejuicios que la sociedad arrastra ciegamente. La defensa del proyecto por parte de Xavier manifiesta su indiferencia frente a estos cuestionamientos.
Este proyecto encierra una concepción utilitarista de la vida acorde a una época en la que se evaden las dificultades y se promueve el individualismo a ultranza. La importancia que se le concede a la libertad justifica amenazar otros valores fundamentales. Tan básicos como la vida.
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jueves, 3 de marzo de 2011
Un pedazo de pasado en el presente

Visitar Mea Shearim -el el barrio ultraortodoxo de Jerusalem- fue como viajar en el tiempo.
Todo el mundo estaba vestido de negro: los hombres con trajes, chalecos, sombreros, barbas y rulos, y las mujeres con polleras hasta los tobillos y pelucas brillantes, sobre todo cobrizas.
Éramos los únicos con ropa "moderna", o más bien "inmodesta" y los colores que llevábamos puestos se destacaban en el paisaje oscuro de calles estrechas. Estar de jean es inmoral: las mujeres no usan pantalones. De hecho nos cruzamos con un cartel que advertía no irrumpir en esas calles con vestimentas inmodestas como aquellas.
El extremismo de quienes que viven en este barrio los lleva incluso a oponerse, en algunos casos, a la existencia del Estado de Israel por considerar que el momento de su creación llegará de la mano del Mesías. Este tipo de actitudes genera conflictos sociales: los más ortodoxos no suelen ir al ejército y, en ocasiones, tampoco pagan impuestos ni trabajan.
Aunque algunos dicen que entrar a esta zona anacrónica de la ciudad puede resultar peligroso para quien no comparta, al menos aparentemente, los códigos que rigen la vida de quienes lo pueblan, salimos sanos y salvos sin ser víctimas de ninguna agresión. Y lo paradójico es que hay locales en Mea Shearim en los que venden, además de kipot con o sin bordados, de diferentes colores y texturas, gorros de lana con rulos aplicados para imitar a los religiosos. Curioso.
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martes, 1 de marzo de 2011
Puesta al día

20/02
Con el paso de los días, el ritmo de las actividades se intensificó y nuestros cuerpos empezaron a sentirlo. Arrancábamos a las 7 de la mañana y hasta el mediodía no parábamos. En general después de almorzar seguíamos haciendo cosas, visitando museos, lugares interesantes o recorriendo ciudades.
El cansancio comenzó a pesar y a las 22 parecían las 3. Por eso no estuve escribiendo , incluso cuando tenía muchísimas experiencias increíbles para contar.
Entre las cosas espectaculares que viví en estos días, se encuentra la visita (el martes 15) a Yad Vashem, el museo del Holocausto, o mejor dicho de la Shoah. Allí se funden las historias de miles de víctimas y sobrevivientes para recrear el horror que representó y representa el exterminio masivo del pueblo judío y de otras minorías -enfermos, ancianos, comunistas, homosexuales, gitanos- durante el regimen nazi.
La exposición es inabarcable en un sólo día. Sin embargo, el hecho de no poder leer todos los testimonios, ni llegar a ver todos los videos transmite la inmensidad de lo que sucedió. Cuando leía y pensaba "qué horrible, cómo pudo pasar algo así, me voy a saltear este o este testimonio", al mismo tiempo me decía: "no puedo creer que no tolere, que no soporte ver todo esto. ¿Cómo puedo darme el lujo de semejante actitud cuando tengo en frente mío las historias de millones que sufrieron tanto? De gente que cuando quería hacer algo no podía, que fue obligada a perder la dignidad", enfin deshumanizada.
Si bien creo que de lo mejor de la muestra fueron los videos en los que sobrevivientes cuentan sus experiencias, fue muy interesante ver el sector de búsqueda del museo que reúne material sobre las víctimas de los campos. Hay computadoras y uno puede investigar acerca de sus familiares. Con mi abuelo buscamos a sus parientes de Ostrolenka (el pueblo de donde venía su familia en Polonia).
Aparecieron muchos nombres, algunos cercanos.
Al final de la exposición en la que hay desde las "camas" en las que dormían varias personas en los campos hasta los trajes que llevaban los prisioneros y los zapatos que usaron, hay una sala con todos los nombres de las víctimas en una especie de cono invertido que sale del techo y si uno mira para abajo hay un agujero en la tierra.
La imagen más conmovedora quizás, sea la que uno ve cuando abre la puerta para salir del museo. Desde la terraza se ve la ciudad de Jerusalem enmarcada. Este paisaje transmite un mensaje esperanzador luego de tanto sufimiento. Israel existe, a pesar de todo lo que pasó. Y es un país lleno de prosperidad y fuerzas.
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Desde tierras sagradas

14/02
Ayer llegamos a Jerusalem, una ciudad cuyos edificios deben estar construídos con la misma piedra, lo que para algunos hace el paisaje aburrido, pero para otros, resulta atractivo porque mantiene una estética armónica entre las diferentes construcciones.
Las calles se cruzan entre subidas y bajadas que revelan los desniveles del suelo y el tránsito es una locura. La gente está apurada e incluso los más religiosos manifiestan con violencia su enojo ante los errores de un chofer extranjero. Sin embargo, no es él el que comete las peores infracciones sino otros, quizás locales, que disfrutan de abusar de la bocina y de atomizar a quienes conducen con cuidado.
Las imágenes que se ven en una calle de Jerusalem son espectaculares, ya que en ellas se mezclan velos, barbas, rulos y sótanas. Y lo más sorprendente es que parecería que cada uno se sintiera en casa.
El paseo por la Ciudad Vieja, inmediatamente después de dejar las valijas en el hotel, ubicado cerca de la muralla, fue muy emocionante porque, entre los tesoros de diversas religiones, visitamos El Muro de los Lamentos:conmovedor.
Almorzamos en una terraza con vista al templo musulmán, donde está la piedra sagrada, y al Monte de los Olivos. Estuvo muy rico, y el panorama que veíamos mejoró el plan. Fuimos a un museo arqueológico donde vimos cómo era un casa de una familia hace muchísimos años. Muy interesante.
Hoy paseamos por los alrededores del templo musulmán y de la mezquita, luego hicimos un tour guiado agotador, intenso y sobre todo enriquecedor en la Torre de David. Este paseo nos permitió llenar nuestras lagunas históricas y ordenar las diferentes conquistas que hubo en esta tierra.
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