Arte a oscuras
Aunque Libertad Navarro y Julio Bazzano tengan discapacidad visual, su vocación les ilumina la vida: les permite derrumbar su dificultad. Los hace libres
“El arte es 90% transpiración y 10% inspiración”. Esta premisa, sentenciada por Pascal, se adecua a la perfección a la experiencia de los artistas Libertad Navarro y Julio Bazzano, quienes además de talento, tienen la perseverancia en común. Una cualidad que les permitió superar su discapacidad visual y desarrollar la actividad que más les satisface, pero que sobre todo, los hace libres.
Libertad Navarro tiene 32 años y es una de los 4000 uruguayos que viven a oscuras. Pero a ella cantar le ilumina la vida. Así como a quienes la escuchan. Aficionados y profesionales se emocionan al ver y oír las interpretaciones de esta soprano, que aunque use lentes no ve. Nunca pudo leer partituras “porque no hay en braille”. Sin embargo, trata “de ser una igual a todos”. Y parece lograrlo. Desarrolló una técnica para memorizar lo que debe cantar. Le tocan la melodía en el piano, graba su parte y ensaya hasta incorporarla, porque hay algo de lo que Libertad está segura: “No voy a dejar de ser una más por ser ciega”.
Ella está convencida de que, para lograr lo que se quiere, “hay que luchar” porque aunque haga chistes en las clases de canto, en el coro o en la calle caminando con su madre, a Libertad hay algo que le endurece los músculos de la cara y que logra apagar por 10 segundos la luz que emite su simpatía. “Lamentablemente hay gente que no le tiene paciencia a los ciegos”. Algo que le entristece pero que no le ha impedido seguir su vocación y derrumbar los prejuicios que generan discriminación. “La ópera me atrapó, yo necesitaba algo que me ayudara a explotar mi talento y a expresar mis sentimientos, que no es nada fácil”. “Estoy logrando cosas que en mi vida pensé que iba a conseguir nunca”, cuenta haciendo referencia a lo que ha mejorado con su profesora de técnica vocal en la Escuela Nacional de Arte Lírico, Rita Contino. Ella le da paz. Gracias a sus enseñanzas cuando esta joven canta transmite lo que con palabras no puede. Es libre.
Igual que Julio Bazzano cuando cuenta cuentos. Narrar le permite manifestar lo que tiene en el alma. Es una actividad que “te enriquece espiritualmente y te perfecciona”. Significa “un acercamiento al prójimo a través de la palabra”, afirma este hombre de cincuenta años, que tiene baja visión, que ha incursionado en el teatro y que asegura que hoy se dedica a la narrativa oral porque le encanta.
La visión de Julio es limitada, lo que le justifica haber estudiado en un liceo para ciegos. Para él “es común leer y escribir en braille”. Y cuando los cuentos que quiere son inaccesibles, los baja de internet y en la Unión Nacional de Ciegos se los imprimen para que pueda leerlos.
Al igual que Libertad, este fanático de Mario Benedetti y Eduardo Galeano hace chistes en cualquier lugar, en la clase de narración oral o en un encuentro casual. Y afirma que la gente se cree que todos los ciegos e individuos con baja visión son buenos sin darse cuenta de que son personas.
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