Los científicos estadounidenses Craig Venter, Hamilton Smith y sus colegas anunciaron haber creado una nueva forma de vida. Este descubrimiento corona 15 años de investigación que comenzaron con el hallazgo del modo de evaluar la mínima información sine qua non para la existencia. Tras sintetizar el genoma de una bacteria en un laboratorio, los investigadores generaron una esencia vital a través de cuatro frascos de químicos. Y obtuvieron la primera vida que carece de ancestros.
El hecho de estar cargada de ADN sintético hace de ésta, una célula viva inédita llamada Mycoplasma mycoides JCVI-syn1. Su nombre responde a que la información utilizada para generar el ADN químico fue copiada de la bacteria Mycoplasma mycoides. Para hacer referencia a su creador John Craig Venter se le agrega la sigla JCV, mientras que el 1 indica que se trata de la primera en su especie.
Si bien ya se había imitado el genoma de un virus, la creación de Venter representa un adelanto por tratarse de una bacteria que vive por sí misma. El virus, sin embargo, utiliza los componentes de la célula a la que infecta para sobrevivir.
El avance que supone esta conquista reside en que, según las declaraciones de Verter a la prensa internacional, una bacteria artificial tendría la capacidad de transformar en hidrógeno un 10% de energía solar. Además, sembrarla en 13.000 kilómetros cuadrados sería suficiente para proveer a todo el transporte norteamericano. Y, como si esto fuera poco, el bioquímico estadounidense afirma que la tecnología genética tiene el potencial de multiplicar por 10.000 o 100.000 el provecho de un proceso natural.
El diseño de un alga que convierta el dióxido de carbono presente en la atmósfera en hidrocarburos mediante la energía solar es uno de los planes que Venter aspira a concretar mediante la aplicación de esta novedad. Mejorar los ingredientes de los alimentos y de otros químicos y crear microorganismos que limpien la contaminación del agua son otras eventuales mejoras que la nueva práctica podría introducir.
Entre los beneficios de este descubrimiento también se encuentra el desarrollo de medicamentos, nuevos combustibles y cosechas, que se suman a las innovadoras técnicas que implementaría para la investigación de enfermedades.
Esta invención, sin embargo, implica grandes riesgos que no pueden ser ignorados. La creación de virus letales y de armas biológicas son algunas de las amenazas que esta tecnología podría despertar.
En medio de la tensión que este hallazgo despierta entre sus defensores y detractores, hay quienes ponen en duda el carácter innovador del aporte de Venter. Algunos sostienen que, lejos de constituir un invento, esta bacteria artificial no es más que una imitación de vida…el sueño de tantos escritores de “ciencia ficción” hecho realidad.
En base a: WASHINGTON AFP, ANSA, EL PAÍS DE MADRID, EL PAÍS.
Imagen: http://www.cienciaenlared.net/wp-content/uploads/2009/10/Craig-Venter.jpg
El hecho de estar cargada de ADN sintético hace de ésta, una célula viva inédita llamada Mycoplasma mycoides JCVI-syn1. Su nombre responde a que la información utilizada para generar el ADN químico fue copiada de la bacteria Mycoplasma mycoides. Para hacer referencia a su creador John Craig Venter se le agrega la sigla JCV, mientras que el 1 indica que se trata de la primera en su especie.
Si bien ya se había imitado el genoma de un virus, la creación de Venter representa un adelanto por tratarse de una bacteria que vive por sí misma. El virus, sin embargo, utiliza los componentes de la célula a la que infecta para sobrevivir.
El avance que supone esta conquista reside en que, según las declaraciones de Verter a la prensa internacional, una bacteria artificial tendría la capacidad de transformar en hidrógeno un 10% de energía solar. Además, sembrarla en 13.000 kilómetros cuadrados sería suficiente para proveer a todo el transporte norteamericano. Y, como si esto fuera poco, el bioquímico estadounidense afirma que la tecnología genética tiene el potencial de multiplicar por 10.000 o 100.000 el provecho de un proceso natural.
El diseño de un alga que convierta el dióxido de carbono presente en la atmósfera en hidrocarburos mediante la energía solar es uno de los planes que Venter aspira a concretar mediante la aplicación de esta novedad. Mejorar los ingredientes de los alimentos y de otros químicos y crear microorganismos que limpien la contaminación del agua son otras eventuales mejoras que la nueva práctica podría introducir.
Entre los beneficios de este descubrimiento también se encuentra el desarrollo de medicamentos, nuevos combustibles y cosechas, que se suman a las innovadoras técnicas que implementaría para la investigación de enfermedades.
Esta invención, sin embargo, implica grandes riesgos que no pueden ser ignorados. La creación de virus letales y de armas biológicas son algunas de las amenazas que esta tecnología podría despertar.
En medio de la tensión que este hallazgo despierta entre sus defensores y detractores, hay quienes ponen en duda el carácter innovador del aporte de Venter. Algunos sostienen que, lejos de constituir un invento, esta bacteria artificial no es más que una imitación de vida…el sueño de tantos escritores de “ciencia ficción” hecho realidad.
En base a: WASHINGTON AFP, ANSA, EL PAÍS DE MADRID, EL PAÍS.
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