jueves, 20 de mayo de 2010

Testigos inevitables del fútbol

Además de los jugadores, la gente se prepara para el clásico y evita las inmediaciones del Estadio Centenario. Hay quienes no pueden hacerlo: sus vecinos

“Nunca tuve ningún problema, el clásico no me cambia”, dice un hombre que vive a dos cuadras del Estadio Centenario, y agrega que lo único que modifica su rutina los días de los partidos, es dejar el auto adentro de su garaje porque “las calles se llenan”.
A las doce del mediodía, a cuatro horas del último clásico del Campeonato Uruguayo, en las inmediaciones del Estadio Centenario sólo se escucha el ruido de algunos autos que pasan - cada más de 5 segundos- por la calle Ricaldoni. Y las conversaciones de los policías de tránsito, que controlan la zona vallada para la ocasión, resuenan en el silencio de una jornada que amenaza con ser caótica. “Ningún clásico es fácil”, admite uno de ellos levantando una ceja y moviendo la cabeza de izquierda a derecha.
En un momento en el que es difícil referirse al fútbol sin mencionar la violencia y la seguridad, los vecinos del Estadio, cuentan cómo viven la previa, el durante y el después de esta final.
“Sólo tomo algunas precauciones, no salgo a la hora de entrada ni de salida del partido”, comenta la directora de un residencial de ancianos que destaca que no hay ninguna regla para las visitas en los días de los clásicos porque se da de modo natural que la gente no se acerque al lugar en los horarios “complicados”.
Una pareja que vive en frente al club de Central Español enfatiza que nunca han experimentado un hecho de violencia vinculado al fútbol y que tampoco conocen a ninguna víctima de una situación semejante. La encargada de cuidar a los niños del Colegio Inglés, sin embargo, se muestra más preocupada por esta final y por los posibles disturbios que puede desencadenar. Tratará de salir del colegio antes de que se haya terminado el partido porque sabe que trabaja en una zona "muy peligrosa" por el clima pesado que allí se forma.
La indiferencia que expresan algunos vecinos dista de la actitud de un taxista del 141 que se queja al decir que la violencia que se convirtió en una parte “central” del fútbol. Responsabiliza al “chupe y la pasta base” por convertir los espectáculos deportivos en situaciones lamentables.

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