jueves, 20 de mayo de 2010

El velo: ¿un símbolo de opresión o de intolerancia?

Cómo se conciben las prohibiciones religiosas desde la óptica uruguaya




Imagen tomada de http://www.elpais.com/graficos/sociedad/Prendas/tradicionales/mujer/musulmana/elpgrasoc/20100331elpepisoc_1/Ges/

“Obvio que uno tiene que adaptarse al país en el que vive, pero claro, hay cosas del mundo occidental que no hay que hacer”. Hace 17 años que Ali Ahmad dejó Siria y se instaló en Uruguay. Sus dos hijas, de 3 y 4 años, estudian en el colegio Elbio Fernández. Amhad confiesa que, como musulmán, hay cuestiones que no puede aceptar. Admite que su sangre herviría si viera a una de sus hijas con un novio, y dice que prefiere otra cosa: que un hombre le pida la mano, se casen y, que después sí, “hagan lo que quieran”.
Este cuarentón de piel verde oliva y barba de unos cuatro días, que viste un polar marrón combinado con un pantalón beige, que al hablar se come las eses y, en pocas ocasiones, logra coordinar el género del artículo con el del sustantivo y el adjetivo, es el director del Centro Islámico del Uruguay, un altillo que se encuentra dentro de un parking en la intersección de Soriano y Ejido.
Una escalera de hierro conduce al lugar en el que los musulmanes que viven en Uruguay tienen un espacio para orar mirando a la Meca. Y donde los curiosos e interesados en el Islam pueden acceder a una biblioteca para aprender acerca de esta religión.
Aunque Amhad construyó este lugar para Dios, se define como abierto y no muy religioso. De hecho, su mujer no usa velo.
En un momento en que se discute acerca de medidas tales como la ley que prohíbe el uso de signos religiosos ostentosos en las escuelas francesas desde 2004 y la resolución aprobada por unanimidad por los legisladores de ese mismo país en mayo de este año, que establece que los velos musulmanes que cubren el rostro (llamados burka y niqab) se oponen a los principios de libertad, igualdad y fraternidad sobre los que se asienta la República, el “tema del velo” se instaló en el foco de atención a nivel global. Esto se da porque la esencia de la polémica gira en torno a valores fundamentales: los derechos humanos y la libertad de expresión.
Las noticias en los medios internacionales y locales informan y debaten acerca de estas cuestiones controversiales, cuya complejidad dificulta la toma de posiciones y los planteos de soluciones inmediatas, ya que en esta polémica se mezclan factores de naturalezas diversas, desde aspectos culturales a religiosos y legales.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de todas formas de Discriminación contra la Mujer (conocida como CEDAW) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconocen que toda mujer tiene el derecho de expresarse libremente y de elegir su religión. Sin embargo, el velo puede significar una manera de controlarla y de quitarle sus libertades. Según Rebeca Ríos Kohn, consultora Internacional en Desarrollo Humano y Derechos Humanos (especializada en los Derechos del Niño y de la Mujer) para las Naciones Unidas, en muchas sociedades musulmanas en las que es obligatorio usar el velo, las chicas temen los castigos de los fanáticos religiosos. En países como Irán, Arabia Saudita o Yemen, pueden ser penadas de una manera “muy severa y cruel”, incluso asesinadas. Por otro lado, Ríos Kohn destaca que en Europa el velo es visto también como una manera de inculcar los valores de otra cultura que no acepta las costumbres occidentales.
Ante una problemática que se desenvuelve en diversas dimensiones, resulta interesante saber cómo se percibe en estas latitudes el “tema del velo” y las resoluciones que limitan el uso de símbolos religiosos.
“Personalmente estoy en contra de permitirlo. Antes, no era una amenaza para la mujer, pero ahora con el gran conflicto entre el mundo musulmán y nuestra civilización se ha convertido en un problema enorme.”, afirma la especialista, al tiempo que enfatiza la importancia de reconocer que el velo significa una manera de controlar a la mujer y de obligarla a seguir ciertas reglas religiosas a la fuerza. Ríos también advierte que es fundamental entender que la verdadera intención de los líderes religiosos musulmanes –que son los mismos que promueven la mutilación sexual de la mujer- es llevar a cabo una invasión cultural y religiosa en Europa.

Una visión desde adentro
Para Alí Amhad, el velo es un elemento cultural que la gente a veces usa “para la vista de los demás” y que hace referencia a cuestiones como el honor, la familia y la idea de que la mujer es sólo de su marido.
En este país, son los uruguayos convertidos al Islam quienes lo utilizan, porque “piensan que la religión de hace mil años atrás es lo mismo que la de ahora”. En la comunidad islámica hay gente que lo usa y otra que no: existen zonas en las que “la gurisada que va al liceo no lo usa hasta que se casa”. Pero aclara que siempre hay variedades, ya que los más ortodoxos lo incorporan desde que la niña es chica. “La religión es entre uno y Dios: para mí así tiene que ser, nadie te va a obligar a usarlo”, comenta.

Aunque Amhad entiende que vivir en un país occidental implica aceptar sus leyes, considera que no se debería prohibir el uso de símbolos religiosos.
El coordinador de Estudios Judaicos de la Universidad ORT, David Telias, no tiene una opinión determinada 100% al respecto. En un primer momento creyó estar completamente de acuerdo con que no se permitiera exponer signos religiosos en escuelas públicas pues considera que estas instituciones no deben tener imágenes en sus salones que hagan alusión a ningún rito religioso, político ni ideológico.

El punto más conflictivo
“Una ley que prohíbe el uso de signos religiosos en las escuelas lesiona la libertad, pues presume que los signos de unos ofenden a los otros, con lo que se da por supuesta la intolerancia de los alumnos, y se pierde la ocasión de educarlos en el respeto a las personas, sean cuales sean sus convicciones”, expresa el ex rector y actual director del departamento de Ciencias de Religión y Estudios Cristianos de la Universidad Católica, Antonio Ocaña. Para Telias, esta prohibición es el aspecto más complicado del asunto, porque una cosa es que la institución pública no emita ningún pronunciamiento a favor o en contra de algo y se mantenga neutra, y otra es prohibir a los estudiantes asistir de una u otra forma al centro de estudios. “A mí me asusta cuando veo las medidas que se tomaron en Europa.”, afirma.
Por un lado, trata de comprenderlas en tanto ve a Europa como una civilización que se siente atacada y por eso está reaccionando. Sin embargo, quienes amenazan la identidad europea no son todos los musulmanes: muchos de ellos quieren integrarse, mantener su fe en el plano de lo privado y vivir al estilo occidental como lo han hecho judíos, católicos, desde la Ilustración. “Pero hay otros que se han fanatizado y son parte de células terroristas, que, aunque son minoritarios, hacen mucho ruido”, añade.
Este tipo de defensa (como la ley que prohíbe el uso de signos religiosos ostentosos en las escuelas francesas desde 2004) representa para Telias una derrota del mundo occidental. Y se pregunta: “¿qué estamos haciendo cuando prohibimos cosas que hasta hace poco tiempo nos enorgullecían, como la libertad de expresión de la gente, de poder pensar y creer en lo que a uno mejor le parezca mientras tanto no perjudique a otros?”
Es en virtud de estos valores que él se opone a que las mujeres no puedan ir con el velo por la calle, si eso es lo que sienten que tienen que usar, y advierte que otro problema es cuando están obligadas. Si es su opción, en el marco de la libertad de elección que deben tener, “me parecería bien que lo llevaran”, remata.
Ocaña coincide con Telias en que si son las mujeres las que -aunque sea por obedecer un dogma- deciden usarlo, tal ley es simplemente contraria a la libertad de expresión. “La gente en Francia puede ir con los tatuajes que quiera, hacerse los piercings más extraños, usar peluca dieciochesca o la minifalda más extremada, pero (si se votara la ley de la resolución aprobada este año) ¿no podrían ir con burka o niqab? ¿Se supone que éstos denigran a la mujer? Eso tienen que fundamentarlo: ¿la denigra más que el top less en los anuncios de televisión, como dicen muchos musulmanes?”
Por su parte, Telias estima que se están lesionando las grandes conquistas que el mundo Occidental ha tenido en los últimos 200 años en cuanto a las libertades, los derechos individuales a favor de proteger una identidad y un estilo de vida. Y, eludiendo pusilanimidades, se pregunta: “¿lo estamos protegiendo o lo estamos perdiendo? ¿Lo protegemos encerrándonos en nosotros mismos? “

¿Choque de civilizaciones?
En 1993, Samuel Huntington propuso una teoría que estableció un nuevo orden mundial en el que los conflictos ya no se desencadenarían por cuestiones ideológicas sino por el enfrentamiento entre las diferentes civilizaciones cuyos valores se diferencian de los de las demás.
Antonio Ocaña se opone a considerar que la propuesta de Huntington se refleja en este problema pues las diversas civilizaciones, con sus defectos, han demostrado ser más plurales que algunos de los que hoy quieren imponer la tolerancia. David Telias cree que hay que diferenciar dos cosas claras. Lo que son los musulmanes, el Islam de los que son los grupos islamistas que están en una guerra planteada. Entonces el problema es que hasta que Occidente no esté dispuesto a ver cómo enfrenta esto y siga con esta política “de apaciguar y negociar con gente que no quiere negociar, que no entiende lo que es negociar, ni sabe de democracia ni de política moderna sino de imposición, de dictaminar leyes represivas”, no se va a llegar a una solución. “Y suponete que el 1%, el 1% de 1500 millones de musulmanes son islamistas, estamos hablando de 150 millones de personas. Entonces si 150 millones de personas pueden llegar a ser islamistas es muchísimo.” Sin embargo, esto no permite condenar a 1400 o 1300 millones más por eso.
Para Telias, hablar de choque de civilizaciones sería decir que hay 1500 millones de musulmanes que quieren imponer las sharia (la ley musulmana, un código de conducta moral, ético y religioso) en el mundo y “no, nada que ver”. En la prensa del mundo, se puede leer a musulmanes que escriben a favor de la libertad y los derechos, incluso muchos son perseguidos y asesinados. “No creo que estemos ante un choque de civilizaciones para nada. No estoy de acuerdo con esa tesis.”

Una amenaza latente para los católicos
El ex rector y actual director del departamento de Ciencias de Religión y Estudios Cristianos de la Universidad Católica Antonio Ocaña estima que estas resoluciones no afectan en nada hoy a los católicos pero advierte que “ mañana pueden decir que el velo de las monjas está prohibido en la calle, o la sotana de los curas, o.., o…, o… pues cuando alguien se siente con derecho a coartar la libertad de expresión de otros, basado en sus juicios particulares, no hay límite a las prohibiciones”.

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