martes, 1 de mayo de 2012

El vacío y la oscuridad de la desesperanza


Una imagen del Museo del Holocausto de Washington (United States Holocaust Memorial Museum)


Tristeza, amargura e impotencia. Estas son solo algunas de las emociones que puede sentir quien se anime a acercarse a la experiencia de Elie Wiesel (1928, Rumania) durante la Segunda Guerra Mundial. Y uso el verbo animarse porque esta lectura lo que menos produce es placer.

En Noche (que encabeza La Trilogía de la noche, 1972) este sobreviviente del Holocausto cumple con la difícil tarea de aproximar al lector a la realidad lejana e inimaginable de los campos de concentración. Lo logra a través de la narración directa de su vivencia.

Wiesel cuenta su experiencia con una frialdad y crudeza desgarradoras. Cuesta pasar las páginas: la angustia aumenta en cada línea. No porque este sobreviviente relate algo desconocido, sino por la naturalidad con la que las injusticias se evidencian a través del realismo, solo posible gracias a los detalles.

Desde el principio el autor recrea situaciones como la del vagón que lo lleva al campo donde el hambre y la desesperación ponen a prueba a los pasajeros de un viaje hacia la deshumanización. Un viaje en el que el pequeño Wiesel pierde –además de sus bienes- las aspiraciones. Y la fe.

Entre tanto sufrimiento y deterioro físico, lo más terrible resulta el proceso sicológico que vive este ser que deja la ingenuidad para cuestionarse sus creencias hasta revelarse contra Dios. Las preguntas que le hace acerca de por qué permite semejantes injusticias reflejan la frustración y el desasosiego de un joven que alguna vez quiso destinar su vida a la religión.

Pero si bien en esta memoria se recrean las consecuencias de lo peor del terror nazi, también se muestra el amor entre un padre y un hijo que pelean por salir adelante juntos, aunque estén perdiendo la dignidad. Una prueba y razón de que refleja que la deshumanización llega muy lejos pero no se completa.

Es verdad que pasan muchas cosas malas en la vida como para “sufrir” en los ratos de ocio, pero hay lecturas que valen la pena. Como esta, que nos acerca a situaciones históricas terribles, nos prohíbe olvidar y al mostrarnos cómo algunos individuos pierden la dignidad, nos contacta con la esencia del hombre, con sus miedos, dudas, sufrimientos y aspiraciones.

Después de aproximarse a esta experiencia es imposible no valorar cada aspecto de la vida. Y eso es mucho.










1 comentario:

  1. Buena nota y lindisimo final!
    te quiero divina,
    besos,
    Cata

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