martes, 13 de abril de 2010

El afán natural de ser único

Teo es además del benjamín de los Wais, el único hijo de Marcos y Eliana, dos personas que se complementan a la perfección. La paz interior de ella le permite trascender los eventuales enojos de él, mantener la calma ante sus crisis y divertirse con sus chistes y personalidad extrovertida que hacen que muchos lo adulen por su chispa juvenil envidiable, llamada por otros inmadurez.
Cargar con matrimonios frustrados llevó a esta pareja a evitar, esta vez, los trámites y ceremonias para preferir que el tiempo los casara.
Ella tiene 43 años y él 50. Parece que entre sus proyectos no se encuentra la idea de agrandar la familia, lo que le asegura a Teo la supremacía del hogar por tiempo indefinido.
Como en muchas familias con un solo hijo, en la casa de los Wais se hace lo que este pequeño de 6 años, que prefiere el té verde frente a la Coca- Cola, quiere.
Sin dudas, es el estereotipo de una criatura del siglo XXI. Dedica sus horas libres a convertirse en un pingüino virtual en una página que se asemeja a las redes sociales “de grandes” y cuando las circunstancias le impiden recurrir a una computadora, sabe que puede acceder al Iphone de su padre. Ignora a personajes míticos como La pequeña Lulú y es fiel a programas como “Bob el constructor” que le proveen una fuente vocabulario que le permite manejar el español neutro mejor que el uruguayo.
Todo indicaría que este flaquito con ojos negros brillantes como dos canicas, piel marrón y pelo castaño finito disfruta del paraíso que representa poner las reglas y ser, lo que algunos sociólogos llaman, un “niño emperador”.
Pero un día este enano con tendencias autoritarias sorprendió a sus servidores incondicionales: hablaba de un tal Felipa, según él, su hermano. Durante unas tres semanas Teo vivió con él, lo integraba en sus juegos y, cuando sus parientes le ofrecían un regalo o le prometían algo, siempre pedía lo mismo para su par.
Esta actitud que provocó risas y preocupaciones pareció alterar los planes de una pareja que pensaba haber cerrado la posibilidad de recibir a un nuevo integrante.
Sin embargo, desde el momento en que sus visiones del futuro comenzaban a alterarse, y decidieron hablar con Teo sobre la posibilidad de que tuviera un hermano, él dejó de mencionar a Felipa. Fue como si nunca hubiera existido hasta que un domingo de reunión familiar, su prima le preguntó por él: contestó que había muerto.

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